miércoles, 24 de septiembre de 2014
martes, 16 de septiembre de 2014
La nueva y la ex
Las
horas transcurrían a duras penas, mire al espejo de mi compañera, odio decir
empleada a alguna persona, además no soy el dueño, solo el administrador del
local más mala leche de la ciudad, un café menos popular que la música trash metal
de mi otra compañera la punky crayzy o como sea que se haga llamar para ese
momento.
Sentado
al frente de la repisa, en la sección donde se hace pedidos, estaba tomando el
turno de un chico que estuvo mal ese día, aunque con los pocos tipos que venían
suficiente eran mis dos compañeras, me tomo enserio mi trabajo, además me pagan
por estar. Estaba leyendo un libro titulado “en el viejo oeste” para matar el
rato, no era nada muy complejo pero estaba entretenido, el dueño del lugar
copio el formato de los cafés más populares así que el lugar luce como
cualquier otro, solo que su nombre es: “Jabikscofee”, no es mal nombre, tampoco
es que no vaya mal como empresa, pero siento este lugar tan soso, lo cierto es
que nunca quise terminar administrando este lugar, de hecho esa fue mi primera
razón para abandonar la universidad, pero el éxito no deja de sonreírme, el
asqueroso éxito que no quieres y menos necesitas.
El
sol irradiaba, me pare a por el ventilador, en verano pocos vienen por un café
helado, por eso lo malo de abrir en una época así, de trabajar en días como
este, el maldito pelo castaño que tengo se corruga y frizea o como se diga, sé
que sueno un poco quejoso, pero que puedo decir apenas tengo dieciocho, aún
siento que es normal que me porte de esa manera.
Pasaron
unos veinte minutos y apenas un cliente, lo cual no es mal para los estándares
de esta fecha, a mi libro le quedan unas veinte hojas antes de que el villano
la palme, lo sé porque siento como van las historias, de pequeño siempre quise
escribir este tipo de cosas, pero mis padres siempre han sido muy cuadrados, de
hecho dibujo un par de comic cuando se me da el tiempo tengo dos que sigo hasta
ahora: “El tío de los brazos más fuertes del mundo”, “Superhielera”. Admito que
soy un huevon total para los títulos, pero qué más da, nadie va venir a
juzgarme.
Los
vidrios transparentes me dejaban ver directamente como pasaba la gente, algunas
chicas llevaban short lo cual me dejaba sentirme abstraído unos segundos hasta
que pasaban a la siguiente acera, lo malo de estar en una esquina, un par de
chicos y chicas entraron por la puerta, entonces por primera vez en mi vida
abrí la boca, bueno no, pero mentalmente quede desarmado, era la chica de mis
sueños, al menos los de esta noche.
Su
figura era espectacular, sus formas era adorables, hasta su pelo me hacía tener
pensamientos pecaminosos, estaba extasiado por siquiera mirarle, deje el libro
a un lado, y me detuve a contemplar su figura, la estaba examinando con mis
ojos, los suyos eras claros de textura almendrada, su rostro de suave diseño,
dibujado por el mejor arquitecto del lado divino, bajando hasta su pecho vi su
polo de color guinda con unos finos tirantes del mismo atuendo, su escote era
el espacio donde se puede decir lo suficientemente bondadoso, pase a prestar
atención a su abdomen que era plano aunque sin mucho musculo, siguiendo con mi
línea de visión pase a observar su correa muy delgada de un dorado que
reflejaba un poco la luz del lugar, para terminar su pantalón era un simple
jean de color verdusco, andaba en tacos por más que quisiera no podía evitar
escuchar su sonido.
Mientras
ella procedía a sentarse en una mesa, tome mi celular de mi bolsillo mientras
buscaba al contacto de la llamada los chicos se pusieron a conversar un rato.
—
Hola soy Susan si quieres puedes llamarme en la noche, estoy en el trabajo,
suerte— respondía una contestadora.
—
Susan soy Jack, quiero decirte que eres una perra, nunca te he amado, fingí
todo, pienso que era mejor morir que seguir a tu lado, siempre supe que me
engañabas, hasta nunca maldita —
La
chica se levantó para realizar su pedido, mi amiga pensaba conveniente atender
ella, pero yo que ya estaba en la atención hice una seña para determinar que yo
iba a hacerlo, mi compañera solo atino a dedicarse a tomar un trapo para
limpiar algo, mientras yo me quedaba mudo mirándole y ella con su rostro de
esperado alguna pregunta.
—
Este… joven, suelen atender los administradores los pedidos, hey Jack —
—
Mmm… soy yo, yo Mmm… estoy um… por favor, ¿Cómo sabe mi nombre? —
—
Lo tienes en tu placa, como todos los que trabajan aquí, además ya vas a tener
el mío, ojala tuviera un nombre con mucha letras, porque a ti te faltan —
—
Eres muy impactante, digo ¿cuál es tu pedido? ¿Te puedo recomendar algo? —
—
Eres franco, sé que me puedes dar algo que me pueda gustar —
—
Un frappuccino de fresa acompañado con caramelo, ¿Cuántos quieres de esos?
—
Dame unos cuatro, y por ser tan bueno creo que puedo darte una propina — decía
mientras giñaba el ojo.
—
Entonces dime tu nombre y yo te llevare el pedido, no yo, en… ya sabes, ¿te
llamas? —
—
Alesandra pero puedes decirme Sandra a secas, para llevar más rápido la
confianza, ya que se ve que no te dan mucho las palabras —
Me
sentí un idiota por mucho rato, atendí el pedido de la peor manera posible,
pero estaba claro que aún no lo había arruinado todo, volví a tomar mi libro,
aunque llevo poco tiempo terminarlo, no dejaba de ojear para evitar mirarla,
cruzamos miradas por un pequeños instantes pero no conseguíamos nada uno del
otro, yo desviaba mis ojos al libro siempre como un acto mecánico, pero ella
mantenía la fuerte mirada, sin que sus amigos se dieran cuenta. Llego el
momento de la espera finalizara, ella se iba, tal vez yo no le volvería a ver,
tonto fue el dejar a mi novia solo por una chica tal vez jamás en mi vida, al
menos sabía algo de ella, mi bella chica tenía un nombre tan preciosa como
ella, no tenía nada más pero eso me bastaba toda la vida, entonces se me acerco
dejando un papel impregnado de su linda sonrisa.
El
momento se me detuvo, tome la nota y le sonreír tal vez era una nota informando
que soy un torpe y que espera nunca más verme la cara de cojudo que tengo, pero
no, era su número con una dirección de correo, con una equis en un lado, tal
vez sea de abrazo, tal vez se equivocó, pero era claro que ella quería verme de
nuevo, esta vez durante todo ese lapso de momento sentí por primera vez magia
del instante.
Mi
celular resonó dos veces antes de contestar, podía ver era el número de Susan,
no podía echarme atrás así que presione el botón verde con las ganas más
lastimeras que podían poseerme.
—
Maldito desgraciado, mal nacido, eres un perro, eres el peor hombre del mundo,
te mereces todo lo peor, como se te ocurre ser tan perro conmigo, no tienes el
valor de decirme eso en la cara, voy por ti, voy por ti…— conjuraba más
palabras sin sentido.
—
Susan, no creo que sea el momento, lo nuestro es historia, no valió nada, tú no
vales un centavo, no pienso gastar mi tiempo, no soy yo eres tú, así que
olvidate de mí —
—
Para siempre, nunca vengas por mí, yo nunca existí para ti, no me valoraste,
además todos tus amigos pensaran más en mí que en ti, adiós perdedor sin
carrera ni destino —
—
Adiós — la calle, espero para siempre.
Tal
vez haya acertado con que no tengo carrera, pero tengo un destino, no me
importaba perder a Susan, era muy posesiva, celosa además su belleza era su
peor fachada, lucia esplendida pero era una muy mala persona por dentro, no
todo lo que reluce es oro, aunque a Sandra apenas le conocía, tenía un aura más
positiva y amable, a pesar de mostrarme tan torpe en nuestro primer encuentro.
No
pude dormir esa noche, tampoco llamar, tenía que esperar, estaba impaciente
pero tal vez absorbido por mis pensamientos, en el periódico un triste anuncio
que buscaba a un asesino en serie, lo bote por el tacho, no podía evitar y la
agregue en una red social, buscándole por su correo, tenía un par de fotos en
un viaje a una montaña nevada, tenía otras en una fiesta de un amigo por su
cumpleaños, por ultimo otras en su cuarto, me estaba obsesionado con ver todo
de ella, revise publicaciones incluso de unos cuatro meses, busque si tenía
alguna relación reciente, pero era discreta con el tema, tampoco tenía muchos
amigos, tenía un par de amigas con las que siempre andaba, una era la que
estaba ese día, una chica morena muy alegre que nada cambiaba su manera de
pensar y hablaba muy fuerte, pero nada más, ella estudiaba en un instituto de
artes, estudiaba música, era raro ver una chica tan guapa en un arte tan
profundo, su instrumento favorito era el piano.
Amanecía
de manera lenta, me atreví a mandar un mensaje de buenos días, con dos simples
palabras: “Buen día y que siga así, atentamente Jack”. Suena de lo menos
original y trillado, pero no era mi misión ser más cosa, total mientras más
rápido me desilusionaba más sencillo tenía que ser, es más fácil seguir
adelante, tan pronto me puse mi camisa, me puse a pensar en lo tonto que fue
romper con mi enamorada de esa manera, era un desgraciada sin razón, me trataba
como un imbécil, hasta me engaño con un primo mío, pero le soportaba porque
estuvimos desde la secundaria, digo algo tenía que significar, nos perdonamos
muchas cosas, pero he madurado y es mejor seguir esperando algo mejor,
continuar con una vida que más que falsa era dolorosa sin razón aparente.
No
recuerdo que me impulso a llamar en ese momento, pero lo jodido, jodido esta,
sin más me embarque rumbo de nuevo a mi trabajo la chica no me respondió ningún
mensaje por lo que di por terminado mi rumbo, en el bus me puse a escuchar un
poco de música hasta que sonó mi celular.
“Promoción de su
compañía, le extendemos el plan, los megas, todo lo que usted desea por una
pequeña tarifa promocional”
—
Menuda putada, no era el momento para estas cosas, de hecho nunca debería ser
el momento — balbuceaba.
Ya
en la puerta de mi trabajo, el local siempre está abierto cuando yo llego,
además de un solo botón suele cerrarse y los candados son pequeños, cuando mi
vista se aclaró luego de un leve bostezo que profiriese de las pocas ganas
luego de lo que estuve haciendo en la noche.
—
Joder es Susan, no puede ser, que se le ocurre estar aquí — esta vez no pude
evitar alzar un poco la voz.
Ingrese
con los huevos bien puesto, pero la garganta floja, lo jodido, jodido esta, me
repetía peor que maquina malograda, sentía como mis manos sudaban un poco,
mientras buscaba algo que decir o mejor que no mencionar de alguna manera.
—
Jefe, es su enamorada, le estaba esperando — la punky soltaba sin mayor premura.
—
Gracias ya la vi, pero no soy su Jefe, solo Jack —
—
Como sea, seguiré en lo mío —
—
Podemos hablar en privado, ven conmigo a la oficina —
Ella
asintió de manera automática, yo estaba tan dudoso, que ni siquiera me acerque
a darle un beso en la mejilla, pero le tome del brazo, fingiendo que no estaba
siendo brusco, sino que estaba buscando algún lugar donde conversar, trate de
caminar manera pausada sin ningún percance, ella estaba con su cara fingiendo
su pútrida sonrisa hipócrita de siempre, le gusta hacer sentir a otros
culpables de su idiotez.
—
Entonces que te hace creer que puedes venir aquí — mientras le sentaba,
cediendo el pase como un caballero en el peor momento.
—
Lo único que quiero saber, ¿Por qué, te hecho algo? — con la mirada a punto de
lagrimear.
—
Guarda eso, no seas tonta, no quiero saber nada de ti, no quiero entiendes,
suficiente daño has hecho — con mi mirada seria.
—
Este loco, tú me has perdonado eso ya, no puedes superar eso, a cualquiera le
pasa en un mal momento —
—
Entonces ve con un cualquiera, no te soporto más, estoy aburrido de todo lo que
tú ofreces —
—
Estas seguro, porque te he sido muy complaciente — intento tomar mi mano, pero
yo me aleje un poco para evitarlo, aunque casi roza mi bolsillo del pantalón
fui más fuerte que eso.
—
No importa ya, se ha acabado todo entiendes, no lo comprendes, pues dejame
decirte que hay otra — mentí como la maraña que ha sido nuestra relación.
—
Era eso, es mejor que yo, pues te jodes, siempre lo supe, maldito perro —
—
Entonces borrame de tu vida, puedes superarme siempre fuiste buena para eso —
No
dijo palabra alguna, se levantó, marcho a la puerta primera vez mostrando como era,
una tipa muy enojada, con los tacos haciendo ruido por doquier, tratando de
mostrar al resto que no tiene buena cara, pero no importaba no había ningún
cliente.
—
Eso no pudo terminar bien — mencionaba mi compañera la más normalita.
Pasaron
un par de horas y ninguna de mis amigas quería hablar palabra alguna, llegaron
un par de personas, nunca la chica que esperaba. Un pequeño mensaje de texto
termino por romper mi día para bien o para mal.
“Viernes en la tarde,
espero no trabajes. Alesandra”
Me
quede con la cara de idiota, un poquito más, la tipa era directa, o es que
había hecho mi mejor movimiento, tal vez solo era suerte, tal vez necesita
alguien con la tarde, mi primer movimiento fue simplemente dar respuesta.
—
Estoy libre, paso por ti a las seis, dejame tu dirección — deletree cada
palabra como si de ultima oportunidad se tratara.
Mi
vida estaba dando medias vueltas sin caminos, esto ya era un pequeño respiro de
tantas tonterías, las circunstancias me daban la oportunidad de demostrar si
era un café pasado o un café bien preparado.
El
señor pasado había muerto para mi conciencia, Susan era solo un mal recuerdo
fresco pasajero, pase la semana pensando en cómo y dónde iba a llevar a salir a
esta nueva chica, la cita de cine y cena esta repetida hasta el hastió pero no
podía ponerme demasiado trascendental desde luego pues no hay que demostrar
tanto esfuerzo, tal vez llevarla a un lugar especial dentro de la ciudad, una
pileta de un parque sin muchos visitantes, algo muy discreto para poder
permitir fluir una conversación amena.
Un
cuarto para las seis estaba en la puerta, me sentía medio extraño, no suelo ser
muy puntal en mis citas, era una mala costumbre de mi parte, pero ahí estaba a
punto de joder más o arreglar mi miserable existencia, por un lado me decía que
merecía un poco de mérito, el otro que simplemente era un imbécil a punto de
tomar una ducha de realidad.
Seis
en punto contando, me plante en la puerta pensando, todo sería más sencillo si
tocaba y no era la dirección, pero justo cuando puse mi mando en el timbre para
tocar, al instante que mi dedo índice provoco el sonido a la velocidad que
normalmente viaja, algo toco mi mano que me trajo de mi aspersor llamado mi
mundo a la paradójica realidad, era la mando de Alesandra tomando la mía para
detener mi acción.
—
Ahora me toca decirte una cosa, no es mi dirección, mentí para ver cómo te
portabas, poder observarte, no es que de verdad pensaba que fueras malo, solo
quería saber cómo eras sometido bajo la presión de alguien que no conoces —
decía como si hubiera salido de la nada.
—
No me lo esperaba, eres un poco extraña, supongo que es parte de tu encanto —
—
Lo sé, decide, soy lo suficiente extraña para que huyas o para que entres en
mis redes — lo dijo para acojonarme y para inquietarme, lo llevaba de
maravilla.
—
No puedo decidir, que tal si antes conozco un poco para saber, total puedo huir
en cualquier momento — intente ser lo más hábil posible, pero titubeé tanto que
daba igual que mencionara.
—
Valiente, pues es hora de llevarme a donde quieras, soy toda tuya por veamos,
hasta que logres convencerme de lo contrario — sonreía humedeciendo sus labios
al hablar, era tan sensual sin quererlo.
—
Pues bien, te llevare a un lugar cercano que estoy seguro que no conoces — el
misterioso ahora tenía que ser yo.
—
Está bien chico rudo, me vendo los ojos, me atas las manos, o que necesitas
para ir a tu lugar escondido de los ojos de los simples mortales — era tan
preciosa.
—
Sencillo, solo pon un pie delante del otro, mirame a los ojos cuando pierdas el
ritmo, no iré rápido, me puedes seguir estaré a tu lado hasta que lleguemos —
le decía a la chica de bello vestido rosa y mirada sexy.
—
Tan listillo te consideras, vamos entonces — comencé a caminar intentado
avanzar rápido para detenerme al instante, pensé que era una buena manera de
empezar y relajarme a mí mismo.
Estuvimos
caminando por unos veinte minutos, me entere de un poco de sus temas
personales, a que instituto asistía, cuál era su platillo favorito, la tarta de
fresas no era un plato de fondo pero para su figura ella decía que era su
principal fuente de vitaminas, le gustaba practicar deportes, nada extremo,
corría siempre en las mañanas, eso explicaba su estupenda figura, aunque su
vaga alimentación también explicaba porque no era tan fitness, a mi pensar eso
le volvía más preciosa aún, alguien natural a quien puedas enamorar sin
preocupaciones sobre algo superficial.
Llegamos
a la pileta, la tarde se fugaba, la noche abría mi momento especial con ella,
unas dulces palabras su cabello, mientras nos sentábamos frente a frente, un
beso superficial que crecía a ritmo nuestra falta de respiración, no había
personas a muchos metros a la redonda, ella introducía su lengua yo terminaba
separándome, para mirarle a los ojos mientras sus ojos se impregnaban al
perfume de su sonrisa.
—
Eres especial, lo supe al instante, lo sabía desde que conocí, eres sabor
frambuesa — no podía creer que todo resulto tan perfecto.
—
Mientes, crees que solo seré un momento, no quiero saber si esto a la mañana
seguirá siendo lo mismo o terminara cuando termine esta oración — mientras se
sonrojaba.
—
Este lugar es especial para mí, suelo venir cuando no quiero nada del mundo,
cuando quiero hablar conmigo mismo, este lugar no es mío pero como tú, tiene
algo que hace que quiera volver —
—
Te puedo pedir algo, te puedo mencionar un par de cosas, te puedo rogar en
cierta manera algo importante para mí — ahora podía ponerse la cosa seria.
—
No me dejes, te quiero en verdad, te amo, no me dejes por favor — pensé que
diría hasta por un instante vi la misma cara de Susan pero ahora ella luego de
tomar aliento diría algo diferente.
—
Besame de nuevo que aún no termina esto — me calmaba y como esclavo de mis
instintos cedi como el buen perrito faldero que soy.
La
noche ya estaba cediendo, la deje en su casa, su dulce mirada no me dejaría
dormir bien, pero no tenía nada para hacer que tontear con ella por celular,
desde temas superficiales a momentos profundos, a cosas sin sentido, ella me
prometió que me prepararía algo especial, yo solo quería un poco más de ella,
de su infinita dulzura acompañada de algo muy supernatural.
Nos
vimos muchos fines de semana, ahora podía llevarle a donde quisiera, ella era
un poco rarita, le gustaba las cosas diferentes a las chicas de su estilo, pero
eso poco me importaba, era muy buena conmigo, al primer mes me regalo un collar
con pequeño envase como los de muestra de colonia con un contenido de rojo
escarlata, le agradecí y yo le di un paquete de rosas celestes porque en unas
de esas típicas charlas sin sentido me dijo que era su color favorito, ahora
estábamos por nuestro segundo mes, nuestra relación era fuerte, a veces entre
semana iba con sus amigos, bueno no los que vino, siempre era un par distinto a
tomar un café, su instituto no quedaba muy lejos del local pero tampoco era el
mejor lugar para ir en verano, pero ya el clima volvía a su estado más
normalillo de su época.
—
Amor, quieres venir conmigo al cine este fin de semana, iremos en grupo —
terminaba mientras sorbía su café helado.
—
De acuerdo, me llamas, nos vemos cielo — aún sus besos son la mejor miel que
probé.
—
El cielo es muy aburrido mejor dime otra cosa — Que tal anda porque no se me
ocurre nada.
—
Te amo demasiado nos vemos — complete.
— Ridículo, yo lo hago más y no lo cuestiones,
chau —
En
mis placidos pensamientos exploraba mi relación, nuestras tardes a sola,
siempre eran nuestras tardes a solas, no me presentaba a un amigo, pero yo no
podía ser un tipo celoso, ya era lo bastante suertudo como para cuestionarme
tonterías además que ella era muy callada a pesar de su belleza puedo decir que
ella era la más separada del grupo y eso que andaba con muchos grupos distinto.
Parecía
que Susan se esfumo para siempre del mapa, yo era medio feliz, en mi nueva
relación todo lucia bien, a veces demasiado, todos tenemos la sensación de que
no merecemos algo, pensaba que algo no cuadraba, todo era magia, ella cuidaba
demasiado de mí, a veces incluso pensé que era muy celosa, pero luego todo se disipaba
con sus tiernos besos.
—
Puedes darme un segundo, no te vayas aún, o no sé, quieres subir — pregunto con
la voz media apagada.
—
No te vaya pasar nada, hace frio, te sigo — como un león a punto de ir por la
presa.
Esa
noche por fin, luego de ese tiempo, yo entraría a su habitación, todos sabemos
lo que sucede, empecé por sus piernas, me incline en su cama, le besaba con
suaves cosquilleos en su cadera, con habilidad le baje el cierre, aproveche
cada situación para ir escalando como un acróbata que ya había coreografiado
sus movimientos, estaba seguro que no era la primera vez de ninguno, como un
buen mago me deshice de todo mi traje, ella se me abalanzo con fuerza, termine
un poco cerca de la pared, con la fuerza de mi excitación aproveche para regresar
a la cama, la tenía subida en mi encima, su frágil y terso cuerpo pedía a
pavores ciertos favores, estaba tan dispuesto, en mi cabeza la imagen de cuando
entre al cuarto, aún recordaba cómo cada suave caricia termino en este acto
cada vez más intenso, con la potencia que me avalancha comencé mis movimiento
telúricos hasta el favorable clímax.
—
Te amo como a nadie había amado antes — dije al terminar.
—
Eres casi inevitable, te amo demasiado — decía con una mirada muy vaga.
Me
quede totalmente dormido, ella había resultado demasiado para mi poca
resistencia, su bello cuerpo desnudo reposaba ahora sobre mí, suficiente era mi
felicidad para olvidarlo todo así que cerré los ojos como un cordero al
anochecer, no soñé absolutamente nada, era un chico que estaba en la cima de un
segundo piso, un cuarto sin mucho, con una chica única, que valía toda la pena,
si era mi momento, era totalmente mío.
—
Amor, que pas… — fueron mis últimas palabras.
Abrí
los ojos, nunca debí abrilos, ella estaba riendo histéricamente, mientras
sostenía una cámara y mi cuerpo estaba tumbado, así es el resto de mi cuerpo,
de mi cuello salían chorros sangrientos, mientras yo los cerraba por última
vez, con mis últimos segundo en la tierra lo recordé, cuando entre en su
habitación estaba las fotos de sus amigos, amigos a los cuales jamás volví a
ver, siempre distintos, la maldita era una asesina serial y yo era la víctima,
cierro los ojos, tal vez mi cara salga en la televisión o tal vez lo que quede
de ella.
—
Puta te iba a presentar a mis padres — termine.
viernes, 5 de septiembre de 2014
martes, 2 de septiembre de 2014
domingo, 3 de agosto de 2014
viernes, 25 de julio de 2014
El bosque sin encanto
Era una
tarde sin sol, lluvia o si quiera el canto de un pájaro, ósea era un día de
mierda, la primavera estaba cerca por lo que era más aguantable, la semana había
estado cargada de cosas tan pútridas que era tan aburrida como el bosque de a
dos riachuelos del lugar, un bosque tan apagado de lo más sin sabor ni
historias, ni fantasmas, ni leyendas, ni un mero duelo para alardear, el lugar
era un cementerio sin cadáveres ni magia alguna, había quienes preferían rodearlo
para evitar llevarse una mala impresión, aunque en esta época de dragones y prostitutas
mal llamadas princesas. Las pocas veces en las que en mi vida me había topado con
un lugar tan poco carismático, todos los bosques tienen nombres unos más
interesantes que otros pero este no, la gente le solía llamar bosque sin
encanto, pues algunos dicen que hasta el sol pasaba de él, ninguna comadrona de
príncipe contaba algo, ni en el mismo valle de donde la gente se albergaba tenía
algo que decir al respecto o por mísero respeto a la naturaleza, salvo eso sí,
para cuando una mujer tenía que poner insulto se hacía referencia al lugar
desde luego para desmejorar la libido de cualquier caballero seudo guerrero o
simple machito de cantina y vaya que funcionaba muy bien, no mojabas pan al
menos lo que te quedaba de vida si es que una fémina se atrevía a llamarte así
y al menos tres tipas chismosas y dos mocosos mozalbetes lo referenciaban.
En las
sombras de un bar barra posada barra prostíbulo barra cama de vagos desterrados
y perros barra quien pueda pagar y rara vez pasada de un guerrero, estaba un
viejo llenos de liendres, barba blanca y demás, vestido como pordiosero,
increpando palabras como asechando a las llamas de fogatas misteriosas, estaba
el anciano conjeturando solo frases, una tras otra, mientras en el bar todos
voltearon a mirarle y uno a uno se sentó a escuchar, estaba hablando del bosque,
estaba diciendo que no era el lugar que todos decían que era, que incluso él tenía
algo que contar, que era lo más descabellado creer que el lugar no tenía ningún
encanto, tanta fue su confianza al hablar que hasta el miserable violinista cantautor
se calló y se sentó a escuchar.
—
Escuchen todos oyen pero nunca lo comprenden, quizás ustedes puedan entenderlo
por el momento, hay tres cosas que ustedes olvidan de ese lugar arbolado, uno
no siempre fue un bosque antes era una estepa en otro tiempo, el dos olviden
sobre el dos y tres si buscan escucharan sus canciones pero todos olvidaron a
que saben ya, seguro han hechos caricaturas pero no han visto lo que ese lugar
le hizo a la gente antes de que nos llamaran así no olviden sobre esos días
antes de que fuéramos más de un solo ser, esa magia que lleno todo ese lugar,
el mundo se hizo el día que ese árbol nació pero eso fue hace tanto que ya
nadie habla sobre ello — murmuraba el viejo con su voz a duras penas pero con
una gravedad de narrador de cuentos que bastaba para que todos en el lugar lo
oyesen incluso a baja densidad.
— No
puede ser cierto dinos más anciano, ¿qué sabes sobre eso? ¿A qué magia haces
referencia? — cuestionaba el cantinero.
— Ese
lugar era un paraíso mejor que un edén, pero de escaza vegetación, sus
tatarabuelos apenas sabían de eso, ellos llegaron cuando ya estaba naciendo las
primeras raíces del codiciado lugar, era tan extraño que en una circunferencia
de apenas un kilómetro haya un oasis rodeado de un pequeño desierto tan minúsculo
pero a la vez tan majestuoso que haría que bajes tu cabeza, los mejores magos
del mundo venían a echar un vistazo e ir por su agua —
— Pero,
como es posible que esa magia, el agua aún está en ese lugar pero ahora nadie
viene por ella — canturreo una mesera.
— Es
porque esa nueva agua es como cualquier otra, les dije que olviden el dos, porque
el dos era el número que odiaba el Faquir de tierras lejanas esa fue la maldición
que echo al lugar por la cual ahora ustedes llamaban lugar sin encanto, él fue
quien mato al lugar solo palabras, sangre y su mortífera daga —
— Cuéntanos,
por favor ten dos monedas, anciano — suplico un niño mimado.
— Fue hace
tanto, un anciano más decrepito que yo lo conto, era cuando yo era como este
crio malcriado, pensaba que podía comprar algo con oro, pero me lo conto un descendiente
que le fallo como sirviente al faquir, me dijo toda la historia con tales de
detalles que siento que la viví — sonreía misteriosamente el anciano
— Continuo, para cuando la luna envidiaba la atención
del oasis lleno de magia, el majestuoso rey de arabia mando a su brujo más
prodigioso por cuarenta barriles de esa maravilloso liquido lleno de poderes
capaces de cambiar de forma las cosas, podías tener piedras y volverlas oro o
alimento o lo que tu quisiese que fuese, tu mente y la cantidad de agua era lo
necesario, pero como era posible que solo un hombre viniese por casi toda la
magia del lugar, no creen que es injusto —
Todos al
unísono dijeron que era descabellado, era insano y demás cosas por el estilo.
—
Entonces el faquir descubrió que el lugar estaba custodiado no por hombres sino
por ninfas, las más bellas formas femeninas que los ojos humanos han visto, que
la magia radicaba en el poder que ellas otorgaban al lugar, muchas ninfas
ocultas a los ojos codiciosos de los hombres resguardaban el lugar, pero poco o
nada importaba al faquir que con doce caballos y diez hombres intentaron llenar
barril tras barril hasta un ninfa levanto la mano y mostrándose capturo a un
hombre y lo transformo en semilla, lo que podrido estaba podrido crecerá se
dice que grito la ninfa —
— Eso
explica los árboles, pero el faquir no poseía magia para defenderse — pregunto
el músico que estaba de lo más atento.
— Pues
así fue, huyo aproximadamente a la velocidad de la caída de un cerezo en invierno,
pero el hombre sabía que de regresar a su tierra sin nada su cabeza no duraría mucho
en su cuello, es más tendría suerte de que solo le pasase eso, por lo que opto
por algo poco razonable debido a su precaria posición, contrato a todos los
hombres del pueblo cercano, mejor dicho a sus ancestros, a todos los
campesinos, guardias y demás por muchas monedas y por muchas promesas —
— Pero
si nos incluye. ¿Por qué nadie nos contó la historia? — cuestiono un campesino.
— No
hubo sobrevivientes para contar nada, el lugar termino en tragedia, la estepa
no se llenó de ninguna gota de sangre, pero morir por codicia es la peor forma
de morir es la manera en la como se mata un lugar, es la forma como se infecta
la magia y como se esfuma su poder, arboles tras arboles incluso las mismas
ninfas sellaron su muerte, tantos árboles, llenos de sueños vacíos en busca de
alimento, ahogaron sus fuerzas y las ganas de querer acabar con todos, las
ninfas quedaron hechas piedras y solo el faquir al ver la muerte y el pecado
que había cometido reflexiono estúpidamente y con su daga sello el lugar, que
no haya historia alguna, que no haya memoria de nada, que no haya lagrimas o
infortunios, sin castigos sin piedad, sin piedras o rocas, solo árboles y
susurros, pero eso sí que el hombre que mando a marchitar tan bello lugar por
favor lago con tus ultimas gotas puras, por favor que el hombre que marco mi
lastima reciba un justo castigo. Y para terminar con una daga marco su muerte
el faquir —
— Hombre
como termino eso, que paso luego de eso — pregunto un criador de chanchos.
— Pues
termino, no eso aún no ha terminado, el rey fue castigado dos maldiciones en
cientos de muertes, los hijos de sus hijos lo cuento uno y otra vez la misma
historia, la misma mierda una y otra vez, ustedes la escuchan les asombra y
luego al día siguiente la olvidan —
— No te
burles de nosotros estúpido anciano, como quieres que te creamos eso, no vengas
con tus tonterías — entonces todos se voltearon.
— Acaso
es tan triste, yo soy el rey de la historia, para cuando ustedes lo piensan, he
usado todas las palabras habidas y por haber, pero siempre terminan olvidando,
como si sus cerebros fueran incapaces de siquiera guardar un poco, esa fue mi maldición,
nunca morir y por la misma complexión tener que contar todo lo que siempre digo
antes del anochecer para que mi cuerpo no siga maltratándose como ya lo ha
hecho, para no terminar más acabado o echar raíces sin poder morir —
Entonces
todos volvieron a sus actividades, haciendo como si el anciano nunca hubiese
dicho siquiera una oración completa, ni lo miraban era como el fantasma, seguían
llamando al lugar el bosque sin encantos y le seguirán llamando hasta que se
acaben los días, hasta que los humanos olviden que alguna vez estos hechos
pasaron buenas noches, se repite lo mismo sin poder ser oída como
tragedia griega olvidada en algún volcán ahumado en algún lugar desolado.
martes, 22 de julio de 2014
lunes, 23 de junio de 2014
martes, 3 de junio de 2014
La princesa y el dragón (preludio)
La época era la del mundo de los
valientes, donde los hombres usaban espadas y las mujeres decentes estaban en
casa, las que no, trabajaban en las cantinas, lo rustico del paisaje mezclaba la mitología, filosofía, religión pero más que nada los ecos de guerras.
Muchos pueblos rodeaban las
fronteras del castillo, era el reino de una era en la que era mejor ser esclavo
a que ser un hambriento sin patria, el cielo era hermoso, lo suficiente como
para poder vivir debajo de él, la tierra era tan cálida, tanto que morirías por
ella, los contrincantes eran aguerridos y despiadados, pero no tanto como para
unirse cuando una temible bestia asolaba un pueblo y porque no decirlo, tal vez
todo el reino.
Los nobles a duras penas salían
del castillo a recordarle al resto que existían, pero no la hija del rey, la
princesa Dalia era otra nota en esta lúgubre canción, esta apenas joven de
dieciocho años, más bella que la paz misma pero más rebelde que ebrio en bar a
punto de cerrar.
Locura, apenas el oír su
estruendoso rugido, la paranoia era la nueva ley, ni los actos más atroces de
los hombres más corruptos, ni el tirano, ni el mismo infierno era así de
temible, cuando sus cuatros patas posaban la cumbre de los risco, los aldeanos
temblaban, pero cuando sus alas enormes revoloteaban en la llanura de sus
campos, lo más inteligente era recurrir al suicidio, los pocos estúpidos en
ayuda de los bárbaros más sucios que en comparación de cuando el animal no
estaban eran los más aniquiladores, a su lado solo eran hombres peludos
temblorosos.
Nunca ha matado a ese dragón, y
dado que son inmortales, lo único que podían hacer para alejar las llamas era
pues disparar con todo, cansarlo lo suficiente para que se sumerja en su
letargo lo cual para su suerte duraba diez años, no era paz, pero en
comparación a la tragedia que vivían cuando el dragón llegaba, era mejor, mucho
mejor y nadie se habría opuesto a este concepto.
La princesa había vivido esto,
solo que ella a duras penas lo recordaba, era una niña, pero ella había
escuchado las historias o mejor dicho pesadillas, como las rocas temblaban como
queriéndose esconderse, los campos se movían de un lado a otro, tratando se
desraizarse, o las aves huyendo inútilmente.
Pocos guerreros eran recordados
por sus nombres, no había más que un par de placas conmemorativas, no eran
capitanes, solo un par de “héroes” que lanzaron de alguna catapulta un golpe de
gracia, solo uno era el hombre que se abalanzo con su espada sobre el cuello
del monstruo, le rajo lo suficiente como para deshacerse de él buen tiempo, su
placa era de oro y lo valía, fue el único que sobrevivió tan cerca, se hicieron
canciones de sus hazañas, se seguirán haciendo hasta el fin de los días, porque
un loco con tanta fuerza y braveza debe ser recordado para darnos valor, para
recordarnos que cuando el mal emerge nuestros corazones no van sucumbir hasta
estar lo bastante chamuscados.
La princesa estaba de visita en
el pueblo, era una hermosa primavera, los días eran soleados muy cálidos como
invitando a los temerosos pobladores a por fin en mucho tiempo se sientan
seguros, sin dragones o guerras, al menos no por esa semana, la princesa estaba
caminado por el pasto es que su vestido se lo permitía bastante, saludaba a los
aldeanos al igual que ellos le alzaban la mano contentos de verle, sin
vigilante o protección, puesto que los cercos y los puestos de vigilancia era
más que efectivo a cualquier adversidad o contratiempo.
La princesa quiso mirar más allá
del muro para ver un poco los exteriores, los guardias que estaban en sus
puesto, aconsejaron que no era buena idea, pero dado a la alianza con los
grupos bárbaros no era algo descabellado salir, le aconsejaron que marchara con
un par de guardias reales, pero ella se opuso argumentando que no era necesario
dado que solo sería un paseo cerca de una montaña rocosa, aunque no se puso
terca o algo por estilo, decidió ir con un par de guerreros de baja, puesto que
lo más peligroso que podía encontrarse era un zorro de montaña o una ave con
muy mal carácter.
Partieron a las tres de la tarde,
el camino era un poco intricado al llegar a la montaña, el clima parecía otro
en ese lugar, era caliente más de lo normal, aunque pequeñas rocas resbalaban
de la cima, no era un problemas que al llegar a donde estaban marchando solo
eran polvo, el vestido de la princesa Dalia estaba rasgándose un poco, por lo
que la chica hizo el trabajo más simple, con sus dos manos rompió una abertura
de su parte inferior teniendo así más movilidad en sus tonificadas piernas.
Pasaron una hora, los guardias al
ser de baja no llevaban mucha armadura, más que una espada y un escudo de
madera heredado de algún ya fiel soldado. Aunque ellos estaban mostrando leves
signos de cansancio la joven hermosa prefería avanzar un poco más hasta que vio
esa enorme entrada, algo de tamaña dimensión tenía que albergar algo muy
interesante.
La princesa ni corta menos
perezosa avanzo tan rápido como pudo hasta la entrada de esa enorme cueva que
parecía ser profunda hasta que un enorme crujido la detuvo, los guardias se
aproximaron tan pronto escucharon eso, para apartarla y poder regresar, pero
ella no pensaba de la misma forma.
— ¡Oh! ¿Qué ha sido eso?, debemos
entrar, tal vez pueda ser… —
— Mi dama, puede ser la cueva del
dragón, no podemos investigar, no significa lo que terrible que puede ser esa
bestia —
— No estén tan inseguros, puede
que este dormido, podríamos matarlo, es la oportunidad que ustedes consagren
sus nombres —
— Pero es mejor que no lo hagamos
nosotros, unos simples soldados de baja —
— Sus espadas son apenas
forjadas, ustedes no son principiantes, han participado en contiendas ya,
además que tan difícil puede ser matar a un ser dormido, es su oportunidad de
venganza, acaso no creen que es correcto —
— Majestad, hace años lo perdimos
todo, somos huérfanos en esa época sin más opción que ser soldados o unirnos a
los bárbaros, esta vez, nos ofrece devolver el mundo la justicia, quiero con
toda la rabia que guarde durante mi pobre vida, pero yo recuerdo al dragón y
con gusto le diré, que matarlo nunca va ser sencillo —
— No, entonces yo hablare con él,
tengo entendido que puede ser un ser pensante, no es más que un ser
atormentado, y ustedes pagaron a consecuencia de su dolor, ustedes puede que
sean unos de las muchas víctimas, yo quiero y voy a lidiar con el tema —
La princesa, ordeno que ellos
aguardasen en la entrada por si ella los necesitaba para poder fugar, además
les dijo que si no era el dragón ella saldría más rápido que pronto, les juro
que de poder hacer nada, ella se ofrecería de tributo, y aunque sus palabras
era ley los jóvenes guerreros intestaron de todas las formas de que ella no se
embarcase en tal aventura.
Para Dalia era explicaciones de
lo más errada, su intención digna de ser escuchada, tenía que ir a por esa
bestia, ella estaba metida en costura de que ese ser era lo suficiente inteligente
como para no comérsela, además de su voluntad férrea no tenía nada más que fe
en ella misma, esperando no tener la muerte lenta que los otros procesaban.
Paso a paso, ella era una mujer
más que valiente pero tampoco es que fuera insulsa, su presión arterial
aumentaba con cada paso, su corazón latía como bote donde se hace la
mantequilla, y estaba hecha toda un manojo de dudas, la cueva era muy oscura y
su antorcha que recibió de parte de sus cuidadores no le daba luz más allá de
dos pasos, para cuando ya estaba tan adentro que no podía ver la entrada de la
cueva, comenzó a sentir un viento aunque suave lo bastante potente como para
sentirlo en su cara.
Estaba tan asustada como para no
dar un paso más. Espero a esperar otra leve ventisca, pero esta no llegaba, tal
vez solo tal vez el enorme engendro malvado había vuelto a reposar, cuando se
sintió que estaba lo bastante dentro de la cueva, miro lo enorme que era por
dentro, lo grande e imponente que era el lugar, ella soltó un par de palabras
que rebotaron con un eco no muy estruendoso, tenía que ser paciente, pero
estaba comenzando a creer que no había nada más que rocas en la cueva, entonces
se escuchó un leve rugido, estaba la bestia en el lugar, solo había aguardado
hasta que libero sus llamas incendiando un enorme madera como un candelabro muy
primitivo poco elaborado dejando ver su negro color y todo su temible aspecto.
Afuera del lugar los soldados
sintieron unos temblores que le sacudió el cuerpo, aunque por órdenes solo le
quedaban aguardar para llevar lo que ellos pensaban con suerte el cadáver
quemado de la princesa, alistando sus cuellos para la ahorca, dentro de la
cueva, una maquiavélica sonrisa de un monstruo, sus enormes ojos parpadeaban mirando
fijamente a su objetivo, lo suficiente mente poco conservador para venir a su
casa.
visita:
jueves, 22 de mayo de 2014
domingo, 18 de mayo de 2014
La Rosa en su prisión de cristal
El frío
asomaba como cada semana en esta época del año, era un par de meses antes de
otoño, la lluvia se veía que había craquelado el invernadero, la delicada flor
de color rojo característico, con sus populares espinas, su marcada ramas y
contornos, llamada Phyllis Bide o conocida como simple y llanamente Rosa.
Pensativa,
agitando sus delicados pétalos, no era capaz de
encontrar lógica a sus arriesgados razonamientos: Estoy viendo esas margaritas
tan chismosas, a esos claveles fingiendo que son los más fuertes, hasta ese
fruto de tomate se ve tan feliz incluso él, que se ve tan solo, mira su
expresión sí hasta se pone rojo el muy desgraciado y nadie le presta atención.
A dos
mesas de ella estaban varias flores, en la izquierda las que en
la noche saludaban y en la derecha las durmientes, Rosa no sentía ni la
temperatura, apenas un pequeño agujero en la parte superior de su recipiente transparente.
— Estoy
muerta — pensó Rosa. Estaba en un cristal, creyó que era su tumba, pero luego
se avergonzó, porque sí de verdad estaba muerta entonces el seguir viendo a sus
compañeras del invernadero sería ridículo.
— Estoy
enferma tal vez — contraponía a su anterior idea la bella flor mientras se
miraba todas las ramas hojas, espinas, hasta el último pétalo y su anverso que
apenas llegaba a ver.
— Claro
fijo tengo algún bicho o esas pestes raras — pero entonces se preocupó, creyó
que estaba en tal vez sus últimas horas, estaba tan asustada que intento
agitarse, de un lado para otro, tumbo y tumbo, pero sin retumbo.
Como
teclas del piano, Rosa se deslizaba en un baile melódico y trágico, imaginando
porque había despertado en una cárcel de cristal, sin chance a despedirse o a
dejar el ultimo polen fuera, para seguir con su línea sucesora apoyado por una
abeja, pero ni eso, ni testamento, ni reparto de tierra, aunque le habían puesto
en una maceta decente, ella quería echar raíz en donde ella había nacido, no conocía
más, era su mundo, era su lugar en el orden natural, pero aquel desalmado que
se atrevió a conjeturar que hacerle eso era algo admisible.
— Mira
un colibrí, amigo, tú el que de las alas multicolores, ¡ayúdame! — grito hasta
que… silencio.
— Deja
de agitar esas alas, por favor, acercarte, ¿no sé cuánto me quede? — fueron sus
palabras hasta que el colibrí lo noto, inflo su pecho azul, voló a la altura quedando frente del cristal.
—
Señorita, está bien, que le pasa, apenas pude oírle, no puedo dejar de aletear sería
mi fin, que es lo que desea tan conservada flor —
— Por favor,
no te vayas, estoy apartada de mi hogar, por este cruel vidrio, creo que es mi
fin, de esta noche no pasare, quiero que me acompañes, me siento tan sola, veo
el mundo, pero las flores no dicen nada de mí, ni los frutos, o los enterrados tubérculos
—
— No se
preocupe, usted tiene que entender que debo moverme sino sería peligroso, pero
lo que sea por usted, una bella flor a punto de perecer, me da tanta pena, no
le conozco pero no quiero perderla, dígame ¿qué tiene? — pregunto el volador.
— Ni la
menor idea, de cual sea mi enfermedad, pero estoy segura que es terminal, me apartaron
sola sin más, mi rosal es ese del fondo, mis hermanas no pueden ver, no tengo
mensajes para ellas, yo solo no quisiera aumentar más su dolor —
— Tenías
amigos en este jardín, sé que no se pueden levantarse a ver, parece que no te
notan —
— Pues
no estoy segura, son ellos, solo les importa florecer y estas felices, no ven
más allá de sus pétalos o frutos, y también el hecho que yo sea algo tímida tal
vez, pero eso no los justifica —
— No yo
lo sé, espera daré un giro — voló dando una pequeña vuelta a la mesa blanca
donde ella estaba — Pero bueno yo me llamo col, sí solo col, seré tu primer
amigo, con déficit de atención cierto, pero de sentimientos sinceros — decía
col, dando giros y mortales aéreos mientras pillaba.
Pasaron
largo y tendido hablando de la vida, de las estrellas que ella nunca había
visto, de los amores que col nunca hallo, de lo platónico, de lo real, de lo
posible y de lo tangible, del más allá y que esperar cuando era el fin, de la
esperanza y de lo frágil de lo se puede ser, de la fuerza de uno mismo y como
es más fácil si uno tiene alguien más, prácticamente cada tema que col y rosa
tuviese opinión sin importar si fuese o no la correcta ellos solo querían compartir.
La hora voló tan ágilmente como las alas del colibrí, la estaban pasando tan
bien, hasta que Rosa mira el primer rayo del sol.
— Col,
ya es mi momento, no me queda mucho, no me quiero ir, ayúdame no sé cómo hacer
esto, contigo he descubierto que quiero dar un significado a mi existencia así
sea mi último aliento —
— Rosa,
mi linda y agonizante flor, recita conmigo:
Él: Pasos cortos, respira
profundo
anímate, todo estará bien
Ella: no puedo, estoy triste
Él: ármate de valor
Ella: estoy triste, sin palabras
Él: me quedare aquí, te esperaré
Ella: mi mundo dejara de ser,
La luna es todo lo que poder ver
Él: yo solo te pido que vueles
conmigo
Ella: las estrellas se desvanecerán
el cielo se vaciara, no importa
ya
Él: contigo a mi lado no ira mal
Ella: contigo a mi lado, no puede
ir mal
Y un
silencio banal rodeo el lugar, el cambio entre las dormilonas y las que
funcionan de día comenzó, era un lapso de apenas unos minutos, el colibrí decidió
no mirar el final de la escena, y Rosa ya había cerrado los ojos.
Entonces
en el cuarto acto, cuando las luces se apagan, en este caso para dar paso a la
natural, entra el dueño del jardín, mirando con ternura a su rosa, la flor que encerró
en ese gélido cristal.
— Ahora
mi hermosa niña, estas lista para el jardín principal, es hora de que las
estrellas te sonrían al ver tu radiante belleza —
Desde
afuera col hacia una pequeña mueca con ese corazón que late dos mil veces por
minuto, incluso a ese ritmo el sentía una lenta pero profunda alegría al saber
que el final de esa noche, era el principio de una nueva vida para la rosa que
el auxilio sin conocer, pero queriendo, logro aquello que a veces nos pasa una
sola vez, con suerte, llegar en el momento exacto.
lunes, 12 de mayo de 2014
martes, 22 de abril de 2014
martes, 8 de abril de 2014
sábado, 29 de marzo de 2014
viernes, 10 de enero de 2014
Minotauro
Las leyendas, no, las historias de este maldito ser, me
suelen pasar muchas noches, muchas lunas, pensando que hubiese pasado sí es que
el laberinto me hubiese atrapado, sí no hubiese rescatado a nadie, o no matara
al minotauro, al temible hombre toro, las dudas me mareaban tanto como cuando
vi su cabeza, fue la sensación más terrible luego de ver la cabeza del
descendiente de Minos luego de unos días, el hombre toro, era un hombre ya,
casi vomito luego de sentirme más nauseabundo que de costumbre, estaba altamar
aún está fresco en mi memoria, pero regresando al momento en el que ofrecí, dentro
del grupo de vírgenes y guerreros.
Estaba muy asustado, en mi corazón sentía que era mi deber,
yo como héroe y semidiós del mar, aunque no me ofrecí en busca de gloria, menos
de cantaran canciones o poemas épicos en mi nombre, tampoco digo que sea
humilde o que no buscaba pelea, me arriesgue con mi espada, mi armadura
liviana, y un puto hilo, que al final resulto más útil que todas las armaduras,
pues el enemigo no era uno solo, el toro solo era el principio, vencer al laberinto
era otro reto igual de grande.
Esta aventura trágica a la que me atreví fu posible gracias
a que sin ánimos de presumir era un fuerte guerrero, con habilidades tácticas
bien desarrolladas, esos eran mis pro, mis contra por el otro lado me lo ponían
rudo, no conocía nada del laberinto, mi contrincante era un monstruo con la
fuerza de veinte hombres, la rabia de un toro, y el aliento de haber comido
muertos, el hecho de que estaba en su territorio, a pesar de que era su hogar
no era del todo consiente del territorio.
Se sabe bien que el minotauro no era un ser extremadamente astuto,
que compensaba esa deficiencia, con su fuerza demoledora, sentidos
desarrollados y muy perceptivos, tantos que las vírgenes eran las primera
victimas por el simple hecho que no corrían tanto como los jóvenes, odio
ahondar en detalles para contar mi historia con el horrible y repugnante ser,
pero cuando yo me atreví a encarar a la bestia, vi bien como el desgraciado
devoraba, poco a poco a una virgen, estaba yo totalmente impactando, con el
rostro enrojecido de cólera por la falta de humanidad de esa criatura, la falta de
misericordia, era un tirano en su laberinto, no le faltaba alimento, pues aparte
de nosotros, se ofrendaba buena cosecha, pero la sed de sangre y desprecio por
la vida misma era el alimento del minotauro.
Pase varios días antes de matarle, fue uno de mis placeres
cortarle la cabeza, no me arrepentiré nunca, puedo decir con gusto que ha sido
una gran experiencia acabar con la trágica existencia de la bestia del
laberinto, nunca me dijo ni una palabra, aunque sé que podía articular pequeñas
palabras, para mí el único monosílabo que me soltó fue un "agg" luego
de caer al suelo, moribundo.
Soy Teseo y este papiro es mi descripción del minotauro
martes, 7 de enero de 2014
Cancerbero
Todos saben quién es cancerbero, muy pocos de buena mano es
cierto, para verle hay que ir al infierno, Edquina y Tifón fueron los
desgraciados que engendraron al horror del infierno, el guardián del reino del
despreciable Hades, el dios griego que se llevó la peor parte, el amargado en
las películas, aunque con tamaña criatura es raro sentirse muy decepcionado, a
la criatura se le conoce como el terrible perro de hades, aunque verle es
conocer la ferocidad en su mejor forma, con la cola de serpiente, las tres
cabezas y el resto que ya se conoce, nos hace recordar que mearse en la cama después
de una pesadilla, suene a cuentos de hadas cuando sabes que aparte de muerto te
jodes al encontrarte con este hijo de perra en toda literalidad.
Pero que motivaciones tiene cancerbero para proteger la
puerta, bien sabido es que de ahí es ridículo escapar, lo cierto es que resulta
anecdótico, la mayoría de encuentro con este perruno amigo de Hades, es para
entrar, tal como suena, héroes, semidioses, uno que otro idiota, va para entrar
al infierno (con esa actitud generalmente terminaran ahí, pero la calma no es
algo humano), cancerbero no come muertos, tampoco les trata mal, es como un
guardia de discoteca, solo deja pasar a los que cumplen los requisitos que
tampoco es que pida mucho.
Muchos se preguntan si tener tres cerebros puede provocar más
perjuicios que beneficios, dado que el trabajo en equipo es mejor, pero el
dilema esta que pasa cuando este trío entra en disputa, o si es que hay un líder,
pues las personalidad de cancerbero han ido cambiando con los años, vamos que cuando
eres eterno no puede ser estar siendo el mismo, resultaría poco productivo, sin
mencionar que las experiencias te hacen cambiar.
La cabeza del medio paso de líder, a burlón, la personalidad
astuta, la cabeza de la derecha cruzo el umbral de torpe, dormilona, poco
creativa, a feroz, entre otras, por lo mismo que la derecha cambia mucho, se
puede mencionar que es la cabeza que más analítica es, por el final la izquierda,
esta pues, pues, pues... es la izquierda y nadie sabe cómo es, debe ser la de
cerebro más pequeño, pues asiente a todo, esta de adorno, es la que se muerde
la cola, en pocas palabras, dado que es la menos seria del grupo, o que la
sigue la manada, es la cabeza beta.
Cancerbero odia la vida, todo ser mortal es un desgraciado
para él, cuando mueren pasan a ser algo más divertido de ver, arrepentidos, más
maduros, los humanos que pasan a mejor vida no se quedan cortos en la expresión,
ser puede ser una persona muy malvada en vida, pero en muerte al ser un ente
superior estarás mejor preparada, el más allá, sobre todo el griego está lleno
de muchas personas dignas de conocer, y cancerbero tenía todo el tiempo del
mundo para escucharlo, pero la razón más obvio para odiar a los vivos, es que
no tienen nada que hacer en el infierno, es más por el algo el camino es tan
intricado, un mortal no puede ni debe ir a lugar, pero muchos por razones algo
codiciosas desde el punto de vista de cancerbero, prefieren joder al destino,
para cumplir su misión, sin preguntarse, porque ir en contra de la naturaleza,
y aunque el perro no sea muy fan de Greenpeace, piensa que el sentido de la
vida no está por capricho, fines inciertos o por el hecho de que es lo que iba
a pasar.
Para terminar, el señor mascota de la muerte, no
es un mal perro, es solo que cumple su deber, solo muertes tienen pase vip y
general, vivos tienen mucha tierra para habitar, y si quieres quedarte sin alma
al ser devorado en las fauces de una de las tres cabezas, ir a molestarlo
debes, estas advertidos, larga vida al perro infernal.viernes, 3 de enero de 2014
Bella durmiente el origen
En un hermoso palacio, en un tiempo muy remotamente antiguo,
donde las hadas aún eran conocidas amigas del hombre, y el hombre amigo del
caballo y del perro, amante de las armas blancas e inexperto para las de fuego,
esta historia sucede en esta época, en la noche, sí empieza con la salida de la
luna, con las sombrías palabras de una desagradable bruja, que cuya fama de
vidente siempre acertada, hizo que sus predicciones sean escuchadas hasta por
el mismísimo rey, el hombre sentado en una silla de poca monta, en una pocilga
llena de ratones, que a juzgar por la maniaca era fácil de creer que eran
mascotas o al menos ingredientes para sus pócimas, en la posada solo estaba la
mujer, el rey y un heraldo a forma de escolta, algo muy simple, para una
estadía de confianza dentro del mismo reino.
— Ahora lo veo, sí todo está muy claro Talía, la niña corre
un peligro, peor que mil maldiciones —decía la balbuceante vieja.
—No, porque ella, mi
amada hija, como es posible que alguien quiera hacerle daño a una bebe, que
culpa tiene ella, yo quiero cargar el peso, no me importa cómo, dime como
impedirlo — reclamo el monarca en total desesperación.
—Lino, no permita que ni un ápice, hilo de lino entre a su
palacio mi majestad, porque si su hija llega a envenenarse con una aguja
enhebrada a un hilo de lino, la niña pasara el resto de su vida sumergida el
más profundo sueño, sin envejecer un día, hasta que despierte, quizás su
tierras no sea más que polvo del pasado —
El rey se levantó, con un carácter severo y con una sola
idea en la cabeza, nada de lino, toda tela que fuese de ese material sería
quemada, el monarca estableció su ley de carácter absoluto, lo cual aunque sus
súbditos lo tomaron como una excentricidad, acataron sin chistar, nadie en el
reino portaba nada que fuese lino.
—Quizás, maléfica no sea del reino, aunque con mis
advertencias bastan, para cuando la princesa duerma, lo más probable es que yo
me halle muerta, así que no será mi problema, lo siento rey pero no hay manera
de advertirle, ojala no suceda — pensaba a sus adentros, la anciana.
Durante muchos años, después de muchas reglas para impedir
que el lino fuese si quiera a estar a un kilómetro de la princesa, Talía creció
como una hermosa chica, una joven de unos 19 años apenas cumplidos, la princesa
era la mujer más bella alrededor del imperio, el rey el hombre más honesto
aunque siempre angustiado por su niña, cuidando que ella siempre tuviese lo
mejor, siempre y cuando no sea lino.
La princesa tenía por costumbre llevar flores a su madre que
yacía en el cementerio real, afueras del reino aunque era muy cerca, lo hacía
en la soledad de su reflexión y propios pensamientos, era una chica muy
sencilla para ser princesa, vestía con finas telas, pero de pocos detalles, su
color favorito era el blanco pureza, y tener bordados al final del vestido, sin
mallas complejas, era algo provocativa,
pero dado que andaba sin guardias y más comadronas, no era algo muy notable y
menos decoroso.
La joven saltaba feliz entre prados verdes, caminos hechos
de piedra, y otras arquitecturas feudales, hasta que llego a la lujosa tumba de
su madre, aunque de la reina se puede decir que era una mujer benevolente no
pudo conocer a su Talía, a su única hija, por los cuentos que cruzan en la
corte, la princesa sabía que su madre era una mujer muy correcta y hasta
bondadosa, lo único que no gozaba de la mejor salud, a muy pesar de que tan
bella flor marchita como sin agua haber tocado, cayo la reina el mismo día del
nacimiento de Talía, la tragedia no podía traer recuerdos a la princesa así que
la joven propicia nada más que devoción para su madre.
Mientras Talía con sus rosas, claveles y margaritas adornaba
la tumba de su madre, la joven miro lo que traía en su bolsillo trasero, el
zurcido que traía para su madre estaba un poco dañado, una línea ubicada al
centro del circulo de su adorno, el pequeño detalle no podía quedar mal, la
princesa se fue en busca de hilo y una conveniente aguja para arreglar su
regalo, pero en vez de ir a palacio por tales cosas, miro que tras los bosques,
había un río, quizás algunas plebeyas estén cosiendo su ropa, y con suerte
ellas tendrías los colores que necesitaba, aunque igual no tenía nada perder,
pues el viaje era más corto en comparación a ir a palacio.
En el río no había
persona alguna, ni un rastro de alguna comadrona, señora, o súbdito, la joven
se entristeció un poco, pero en una piedra que seguramente era usada para
lavar, estaba curiosamente un dedal donde se encontraba un hilo ensartado en
una aguja, la muchacha tomo el dedal, y grito muy fuerte: ¡hay alguien aquí!,
pero ni el viento hacia acto de presencia, la princesa se levantó y se dispuso
a coser la parte que le faltaba, para
ella el hilo le resultaba muy extraño, era el color que necesitaba, pero era
muy diferente, como de un material desconocido para ella.
Tras terminar su bordado, la joven con sus dientes corto el
hilo, pero sin tomar mucho cuidado y en su apuro, se pinchó con la aguja, y el
mismo instante la bella joven se desplomo, con la rubia cabellera y el resto en
el suelo, termino por darse su destino.
Un guardia que casualmente paseaba por ahí, buscando un
arándano para comer, noto que la princesa yacía en sueño, quizás desmayada,
quizás moribunda, el soldado corrió con todas sus fuerzas y trajo a la joven
ante los médicos reales, que nada pudieron hacer frente a la maldición, al
llegar los oídos del rey, la noticia le dejo como era de esperar anonadado,
frustrado, y con una pena que ni un monarca resistiría, lo único que como padre
podía hacer era ir a ver su hija, con el alma hecha pesados solo atinaba a
preguntar.
— ¿Dónde la hallaron? —Cerca a la tumba de la madre, en el
rio — respondió el guardia.
—Lino, el hilo era de lino, como es posible, debe haber un
culpable — no, señor, no había nadie en el lugar, tal vez el material llego de
rio arriba —
— Desde las sombras, desde los demonios, la señora que
predijo esto, hoy está muerta, lo hecho, hecho esta, tomen y copien mis
instrucciones — refiriéndose a los escribas reales.
Ordeno con mucho énfasis, poner en una cama tradicional,
pero recubierta de cristal, para conservar a la princesa, ella despertaría
algún día, de alguna u otra manera el rey tenía esperanzas, algún medicamento,
una cura, magia negra lo que fuese, para despertar a su hija, durante lo poco
que le quedo de vida, dedico todos sus esfuerzo a encontrar lo que nunca
encontró, el reino cayo en depresión, sin herederos, sin aliados estratégicos,
sin rey, la opulencia del lugar paso a
ser un falso recuerdo, y la princesa media muerta, media dormida permaneció
intacta durante todas las revueltas sociales, pues nunca nadie olvido de
trasmitir el verdadero mito de la bella durmiente.
Durante más de ochenta años, sin murmullos y con lo que el
reino se dividió en dos, dejando el palacio desierto y formando consejos
administrados por personas de confianza, elegidas por ellos mismo, dos nuevos
feudos nacieron, las noticias del lugar
se esparcieron a varios reino, hasta que un joven príncipe llego a resolver el
dilema.
—Vengo por las tierras del antiguo rey, vengo a traer paz y
prosperidad —dijo el muchacho.
Tales promesas, sonaban descabelladas, pero bajo un manto de
protección y halo de fe, el joven se hizo del poder sin guerras, ni problemas,
simplemente con apoyo unifico nuevamente el reino, trajo prosperidad con
mercaderías, y haciendo intercambio entre su reino y este, que aunque lejano,
con la buena fortuna y entusiasmo de su lado, en cinco años, hasta los tristes
y apenados bufones, brillaban radiantes y alegres, campesinos más trabajadores,
y súbditos más que leales.
En su larga estadía el príncipe escucho la historia del
palacio, que en el cuarto más recóndito del lugar, estaba la heredera, la joven
sumergida en el sueño profundo, la bella y apagada durmiente. La historia trajo
algo de curiosidad al muchacho, y tras su gran labor, los herederos de los
escribas reales, dieron la llave al príncipe.
El hombre entro al cuarto, en cuanto la vio, no podía
creerlo, la joven vestida en una fina trasparencia de rojo carmesí, protegida
por un cristal y muchas raíces y polvo del tiempo, pero ella tan inmaculada por
dentro, el joven no pudo evitar abrir el cristal, con mucha fuerza y apego, lo
consiguió pero su valentía no podía simplemente terminar ahí, durante muchos
días el regresaba a verle, abría el cristal y se esmeraba por despertarla,
intento de todo, hasta una cachetada, echarle agua, hasta que una idea paso por
el, la joven era tan hermosa e indefensa, tal vez el amor le despertaría, y una
noche mientras la luna aullaba, el joven la beso, pero para su sorpresa nada
ocurrió, triste el joven no regreso, hasta que después de un mes, no podía
dejar de verla, ella tan hermosa, tan
vibrante, pero tan sólida y fría, tan tersa, tan exuberante, tan falta de
calor, con tan suave piel, tan bellos pechos, tan dulces labios, tan excitante,
tan..., tan....
Así ocurrió, el príncipe no pudo resistir a sus instintos y
a la durmiente le dio una noche caliente, aunque ella ni gimió ni suspiro, el
príncipe loco de pasión, hizo el amor, su primera vez fue con ella, la profunda
dormida, la joven tan preciosa.
Aquel hecho puso de mucho bochorno al caballero, que aunque
en tan cobarde acto, pensó que solo era algo de mal gusto, que nadie debía
enterarse, decidió volver a sus tierras unos meses en busca de sus padres, y
nuevos aires.
Paso un año y el regreso, tan radiante como siempre habiendo
superado sus caprichos y hecho más hombre, más culto, pero siempre tan
entusiasta, el pueblo le miraba con angustia, aunque le recibieron con alegría
estaban todos algo preocupados, el medico del pueblo, el más honorable le dijo
la noticia.
— Mi lord, usted es ahora rey, es padre de dos mellizos, de
un niño y una niña —
— ¿Cómo es posible? —
cuestiono en joven con mucha preocupación y con algo de terror en el rostro.
—Señor acaso usted, se atrevió a..., no le cuestiono, pero
ya está hecho, tiene herederos —
La noticia aunque al principio no fue bien vista por nadie,
ni un súbdito, plebeyo o campesino se atrevió a cuestionar al ahora rey, casado
sin más con Talía, y ahora padre, dado que la madre estaba dormida, los nombres
los escogió el.
—Sol y Luna, son mis hijos, sol será un valeroso príncipe y
un gran guerrero como yo, digno de su pueblo, y Luna tan dócil y bella como su
madre — dictamino el noble.
Y paso, un lapso de apenas unos años, durante la prosperidad
palacio era otro, más bellamente embelesado, más adornado, todo para criar de
lo mejor, a los nuevos herederos, que eran cuidados y alimentados por finas
mujeres de la corte real, pues la madre aún no se despertaba.
Pero los días pasaron
y al fin sucedió, la bella durmiente despertó de su profundo sueño, después de
largos cien años, el mundo había cambiado, pero ella ni una pizca, era la misma
joven de diecinueve años, pero al fin libre de su maldición, o es que los
felices por siempre, deben existir en las mentes de los bellacos y simples.
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