Eran aproximadamente las dos y media de la mañana, era un
cuarto muy lujoso, llenos de detalles dignos de ser la habitación de un rey,
pero de colores un poco más femeninos, el blanco pureza rodeaba el lugar, dando
un aura de calma y dulzura casi como el de cuento de hadas, sino fuera por la
mujer que se hallaba durmiendo, agitándose de un lado a otro en su cama, para
nada se podía decir que era incomodidad, pues la cama claramente se veía muy
agradable con almohadas de plumas, y de sabanas de una fina seda, la mujer no
dejaba de dar vueltas, como si estuviese poseída, la mujer de rubia cabellera estaba vestida de
una pijama muy fina de gasa de una transparencia muy sensual, el clima era muy
de verano, pero tampoco en excesivo caluroso, por lo que su malestar no era
aquello, menos el frio o algo parecido, la joven, estaba probablemente teniendo
una pesadilla, tal vez era eso, después de este tan mal momento, la joven se levantó,
presurosa y muy asustada, aunque la expresión rápidamente le cambio a una ira
incontenible.
— Mierda, otra vez, no puede ser —
La joven se levantó de un solo movimiento, dirigiéndose
directamente al baño, se puso frente al espejo y prendió el grifo, se lavó la
cara, sin mucho cuidado, algunas gotas caían sobre su pijama, aunque ella casi
ni lo notaba.
—No pasara de nuevo, no esta vez, no caeré en el juego, ya
no hay tal cosa como el no despertar —mientras sollozaba — estoy harta, un
hora, solo una hora antes de volver a ver lo mismo, puta caja de cristal,
maldita bruja, hada, hechicera, o lo que hayas sido, no volverá a suceder —
La joven entraba en un constante ir y venir de paranoias, volvía
a reposar en su cama, pero la noche se hacía infinita, las horas se hacían extensas,
y más cuando su cerebro captaba hasta el más mínimo estimulo, debido a su clara
falta de sueño, cualquier ruido sea fuera o dentro de la habitación le
molestaba, incluso se levantó para abrir su puerta y ver al pasillo, pero nada,
el viento era lo único que podía estar incomodándole.
—Príncipe, donde estas, beso eso fue lo que me devolviste,
aunque no, no fue un beso, sino esos mellizos con los que me desperté, que son
mis hijos, aunque no lo recuerdo, príncipe fuiste un mal nacido igual que tus vástagos,
no puedo seguir así me largo —
La joven se levantaba con una pequeña sonrisa maquiavélica
en el rostro, ella sentía como si un perfume olor a muerte le rodease, una
mirada a su repisa de madera donde su maquillaje y unas hojas de papel y un
lienzo aguardaban.
—Esta noche, después de quinientas lunas, voy a decirle por
fin adiós a tu maldición, no más horas sin sueño, ni sueños eternos, no más
drama, no más deudas conmigo misma, no vas cadáveres putrefactos en mi alma, no
más de cien y pico años vividos, los cuales casi todos pase dormida, no más de
este amor y dolor, de esa espera a un hombre para salvarme, que en vez de ello
aseguro su reino, siendo un sobrino nieto mío, no pagare más culpa de la que ya
tengo, pero sobre todo no más sangre en mi venas, no más ideas en mi cabeza, no
más remedios, no más voluntad para fingir que el feliz por siempre es una mera
idea, mañana cuando me cuelguen, hagan por traición, porque prefiero desistir
de mi misma a caer por la creencias de alguien más, ahora este es mi fin sin
perdices, pero también sin cicatrices que curar —
Se ponía a redactar la joven princesa, sin parar, como si todas
las palabras ya las tuviera pensando durante tiempo, y es que últimamente lo
que más le sobraba tiempo, luego de terminar su carta, dejaba unos segundos
para darle un duro golpe a su espejo que estaba enfrente suyo, con la mano
sangrante, agarraba como si de una navaja se tratase, se hacía pequeños cortes
pero profundos en sus muñecas, tan delicadas, que fácilmente pudo haber usado
el mismo papel, la tez clara de su piel, pasaba a ser un mar de sangre, y lágrimas,
ella con una expresión sombría, se desplomaba cayendo al piso, totalmente
desnuda y tal como ella lo dijo sin gota de sangre en las venas, pero con la
dignidad puesta, sin la inmortalidad de la vanidad que otra princesa que con un
final feliz o no, la bella ex durmiente,
no quedara bajo ninguna sombra.
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